REY DE UN PAÍS, PADRE DE UNA FAMILIA

J.N. Darby

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La misma persona puede ser rey de un país y padre de una familia, y ésta es la diferencia entre los actos de Dios para con nosotros y para con los judíos. Con la iglesia es el carácter de Padre; con los judíos es el carácter de Jehová el Rey. Su fidelidad, inmutabilidad, Su poder altísimo y gobierno de toda la tierra se revelan en Su relación con Israel. Es de esta manera que la historia de este pueblo nos hace introducirnos en el carácter de Jehová.

Salmo 126
"Cuando Jehová hizo volver la cautividad de Sión... Entonces se decía entre las naciones: Grandes cosas ha hecho Jehová con éstos"

Ezequiel 39:28
"Y sabrán que yo soy Jehová su Dios, cuando, después de haberlos llevado al cautiverio entre las naciones, los reúna sobre su tierra, sin dejar allí a ninguno de ellos".
Así es cómo Jehová se revela a Sí mismo.

El Padre se revela a nuestras almas por el evangelio, por el espíritu de adopción, pero Jehová se da a conocer por Sus juicios -por el ejercicio de Su poder sobre la tierra. He dicho que el Padre se revela por el evangelio, ya que es un sistema de pura gracia, un sistema que nos enseña a actuar para con los demás sobre el principio de pura gracia, al igual que el Padre ha actuado para con nosotros. No es "ojo por ojo, diente por diente"; no es aquello que la justicia exige -la ley de represalia o de equidad, sino un principio según el cual yo debiera ser perfecto, como mi Padre es perfecto (Mat. 5:48). Pero no es una mera gracia que permita el mal y los buenos actos en el gobierno de Jehová. Sin lugar a dudas, Jehová bendecirá las naciones, pero el carácter de Su reino es que "el juicio será vuelto a la justicia". (Salmo 94:15).

En la primera venida de Jesucristo, el juicio lo tenía Pilato, y la justicia Jesús, pero cuando Jesús vuelva, el juicio se unirá con la justicia. En el presente, el pueblo de Cristo, los hijos de Dios, debieran seguir el ejemplo del Salvador, es decir, no deben esperar o desear que el juicio posea el rigor de la justicia, sino que deben ser mansos y humildes en medio de todos los males que padecen de mano del hombre. Unidos a Cristo, son compensados en la fortaleza de Su amor íntimo por todos los males que les infligen, y este amor los conforta con las consolaciones de la presencia de Su Espíritu, y además, por las esperanzas de la gloria celestial.

Por otro lado, Jehová consolará a Su pueblo por la actuación directa de Su justicia a favor de ellos (Sal. 65:5), y restableciéndolos en la gloria terrenal. Así, los judíos son el pueblo por medio del que Dios sustenta Su nombre de Jehová, y Su carácter de juicio y justicia. La Iglesia es el pueblo en el que, al igual que en Su familia, el Padre revela Su carácter de bondad y amor.

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