EXTRACTOS DE CARTAS RELATIVOS A LAS PROFECÍAS

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Año 1848.

«…En cuanto a la profecía, la cuestión importante consiste en que el corazón, enseñado por el Espíritu Santo, espere con inteligencia al Esposo; que tenga la conciencia de su relación con Cristo como tal. En tanto que Iglesia nada tenemos que ver con la sucesión de los acontecimientos. No somos del siglo, ni del mundo, y es precisamente a estas esferas que los acontecimientos se aplican. Este es el punto esencial. Si no se comprende esto, poco importa el orden de los hechos. Es una distinción especial a mantener.

Los hechos que se desarrollan ante nuestros ojos, para mí, no son dignos de mención propiamente hablando; son, eso sí, un progreso de los principios y de los acontecimientos necesarios para formar el imperio romano, consolidar la nación alemana, que se halla fuera de sus límites, y formar, por medio de la misma, una barrera, para que el Norte y Occidente no choquen, antes de hallarse cara a cara en Oriente…

Precisar más allá de nuestras luces y de la Palabra ofrece a menudo ocasión y peligro de interesarnos por las cosas mundanas, en las cuales Dios no se interesa. Cuando el sistema judío reaparezca, entonces tendremos hechos positivamente terrenales; pero este momento está aún por llegar. Entretanto nosotros estamos ahora en la esfera moral y eterna de las cosas celestes y en conexión con un Cristo que el cielo retiene…»

«…Estoy de acuerdo con Vd. Hay cosas en la profecía sobre las que nada tengo de cierto; siempre ha sido así en mi caso. Pero debo confesarle que temo a los espíritus demasiado positivos. Hay cosas que son bien ciertas para mí, pero los espíritus excesivamente positivos son en general humanos, es decir, contemplan las cosas desde el punto de vista humano; están poco ligados a Cristo y son estrechos. Pero nosotros solamente hemos hecho progresos en la profecía situándonos ante la Palabra de Dios para aprender; entonces lo que era oscuro para nosotros un año atrás, venía a ser un axioma el año siguiente Al mismo tiempo creo que este temor a lo positivo tiende de un lado al carácter de mi inteligencia, así como la necesidad de lo positivo, al carácter de la de Vd. Note bien que no hablo de Vd., ni de mí, sino de la forma de proseguir el estudio de la profecía.

Los hermanos en Inglaterra, tan pronto han abandonado el escudriñar para ocuparse en dogmatizar o formar un sistema profético, no han adelantado nada; pero yo me regocijo de que el corazón de Vd. se relacione con lo que le une a Cristo.

No daría ni un céntimo por toda la profecía si no surtiera este efecto, y creo que los rasgos generales de la misma tienen la más grande importancia para alcanzar este objeto. Sin embargo, el conocimiento de los detalles, si uno es equilibrado y se ciñe en no traspasar la enseñanza de Dios, proyecta mucha luz sobre los principios de la profecía, y nos sitúa, al mismo tiempo, en condiciones de poder responder a las objeciones de los contradictores …» 

J.N. Darby


 

 

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