LA NECESIDAD DE LA GRACIA
La vara y los azotes pueden estar justificados, pero no se gana el corazón humano con ellos. Ni es la justicia la que reina entre los santos de Dios, sino la gracia, a
través de la justicia, para vida eterna. Ay, cuantos pecados retenidos hubieran podido ser lavados; y cuantos hermanos apartados para siempre
habrían sido ganados para Dios y nosotros, porque meramente aporreamos la conciencia y dejamos de ganar su
corazón; el corazón que (¿lo diré?) apenas buscamos. No vencimos el mal porque no lo vencimos con el bien. Voluntariamente nos sentamos para juzgar, y hemos sido juzgados; hicimos con muy poca humildad obra del Maestro. Qué poco entendemos que unos tratos "justos" -por muy justificados que estos puedan llegar a estar- no servirán para restaurar las almas; este juicio, por verdadero y comedido que sea, no llegará a los corazones para suavizarlos y dominarlos con instrucción, cuando por la misma evidencia del caso no estén en el verdadero lugar con Dios.
El hombre no es todo conciencia, y la conciencia que se gana con el corazón
todavía apartado hará lo que con el primer pecador de los hombres: lo alejará de entre los árboles del huerto para escapar de la voz incómoda.
J.N. Darby
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