AMOR DIVINO
J.N. Darby
El amor fue la conformidad de la naturaleza de Dios, la expresión viva de lo que
Él era, la manifestación de haber sido hechos partícipes de Su naturaleza:
fueron los actos y sentimientos conformes a Su semejanza. Este amor se
desarrolla en referencia a otros, pero los otros no son el motivo, aunque sí son
el objeto. Se origina en lo íntimo; su fuerza es independiente de los objetos
con los que trata. Así, puede actuar allí donde las circunstancias podrían
causar celos o irritación en el corazón humano. Actúa conforme a su propia
naturaleza en las circunstancias, y juzgándolas según esa naturaleza, no actúa
sobre el hombre que está lleno del amor a menos que presenten ocasión para su
actividad y dirijan su forma. El amor tiene su único motivo, y la participación
en la naturaleza divina su única fuente en nosotros.
La comunión con Dios sólo hace que sustentarlo a través de todas las
dificultades que tiene que franquear a su paso. Este amor es lo opuesto al
egocentrismo y al interés propio de uno, y lo encierra afuera para buscar el
bien de los demás, así (en cuanto a su principio) como Dios nos ha buscado a
nosotros en gracia (ver Efesios 4:32;5:1,2).
¡Qué poder el evitar el mal en uno mismo y olvidar todo para hacer el bien!
Es digno de observar que las cualidades del amor divino en 1 Corintios 13 son
casi completamente de un carácter pasivo. Las primeras ocho cualidades (vv-4,5)
que destaca el Espíritu son la expresión de esta renuncia del yo. Las tres
siguientes (vv.5,6) destacan este gozarse en el bien que libera el corazón de
esa disposición a concebir lo malo, algo tan natural en la naturaleza humana por
causa de su honda concepción del mal, y de aquello que también experimenta en el
mundo. Las últimas cuatro (v.7) muestran su energía positiva, las cuales por el
poderoso origen de su naturaleza divina presienten el bien cuando no lo ven, y
soportan el mal cuando lo ven, cubriéndolo por la misericordia y paciencia, no
trayéndolo a la luz, sino enterrándolo en su propio abismo -un abismo que es
insondable, porque el amor nunca cambia.
Uno no encuentra otra cosa que amor allí donde es real, pues las circunstancias
son solamente ocasión para que éste actúe y se manifieste. El amor es siempre él
mismo, y es el amor el que se ejercita y se exhibe. Es lo que llena la mente,
todo lo demás no deja de ser un medio de despertar el alma que habita en amor
para su ejercicio. Éste es el carácter divino. No dudemos que la hora del juicio
llegará, pero nuestras relaciones con Dios son en gracia. El amor es Su
naturaleza. Ahora es el tiempo de que se ejercite. Nosotros somos representantes
Suyos sobre la tierra para testimonio.
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