UNA CARTA PERSONAL
27 de octubre de 1860
A la señorita M.B.:
Le propongo que lea con mucha atención lo que se nos dice en Colosenses 2:10-11: «Y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad. En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha de mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo».
Luego considere las consecuencias prácticas que derivan de tales versículos, consecuencias que se nos describen en el versículo 20 del mismo capítulo: «...habéis muerto con Cristo a los principios elementales del mundo...»; y el versículo 1 del capítulo 3: «Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios» (los versículos 1 a 17 del capítulo 3 constituyen la continuación de aquél), donde creo que verá el cuadro más completo que nos provee la Palabra, acerca de la vida cristiana, desde la mortificación del pecado hasta sus principios más elevados y sus rasgos más benditos.
Pero estas exhortaciones están fundadas en la posición que ha sido hecha para el creyente, lo cual se describe en el versículo 10 del capítulo 2; y el hecho de tomar conciencia de esta posición por la fe es lo que da la fuerza para aprovechar las exhortaciones. Las experiencias que preceden sirven
para enseñarnos la lección —tan difícil de aprender— de que estamos privados de toda fuerza.
Cristo murió por los impíos; y cuando se es liberado el combate continúa, pero en la libertad divina de una nueva naturaleza que tiene su lugar ante Dios, en virtud de la obra de Cristo.
Busque a Cristo, sólo a Cristo. Ocúpese de la belleza y de la perfección de su persona y sus caminos. Busque en las epístolas la instrucción que necesita su conciencia, y en los evangelios el alimento para su corazón.
Si usted se encuentra aún en medio de las luchas que sostiene un alma no liberada, hallará alivio en los Salmos; pero es necesario no detenerse allí.
J.N.D.
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